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¿Te acuerdas de la primera vez que alguien “rompió” tu corazón? La sensación de presión en el pecho, la tristeza que inunda nuestros ojos, la rabia que sientes en el estómago; las emociones fuertes que sentimos pueden llegar a producir un efecto físico dentro del cuerpo. La mayoría de las veces no asociamos los síntomas físicos que sentimos a una sobrecarga o estrés emocional. Las emociones producen una gran variedad de síntomas físicos que pueden variar mucho de persona a persona. A largo plazo, este estrés emocional puede producir molestias diversas: dolor de espalda, desequilibrio hormonal, trastornos de sueño, y al final, enfermedades más graves. Mucha gente identifica su dolor solo cuando los síntomas son físicos, pero aprender a identificar tus emociones, a procesarlas y dejarlas fluir puede ayudar mucho en el autocontrol de tu dolor.
Seguimos explorando el nuevo modelo para trabajar con la salud: el modelo biopsicosocial. En las últimas décadas, los profesionales que trabajan con la salud están cambiando su forma de enfrentarse al dolor y las enfermedades. La quiropráctica no sólo se enfoca en la parte del cuerpo que duele, sino también en la raíz y la causa de dolor. El estrés del cuerpo puede manifestarse de varias formas: física, emocional/mental y/o química. Entendiendo que la salud es multifactorial, nos ayuda mucho poder distinguir las causas que provocan las diferentes dolencias, para poder contribuir a su solución.
Hoy en día, con tantos avances tecnológicos tenemos un mayor nivel de estrés y estamos más desconectados de la simplicidad de la vida, y de las cosas que nos permiten mantener nuestra salud. Estamos más enchufados y menos conectados.
El estrés mental o emocional es el estrés más grande que puede afectar a nuestro nivel de la salud. Los pensamientos tienen mucha influencia en tu estado de salud llegando incluso hasta en el nivel molecular. De hecho, hoy en día hay una nueva rama de biología que se llama Epigenética. La epigenética, descubierta por el Dr. Bruce Lipton, muestra que tus genes solo son una pequeña parte de la ecuación. Son como interruptores que se encienden o apagan en función del ambiente que les rodea. ¡Buena noticia, tienes mucho más poder sobre tu salud del que pensabas! Solo hay que saber cómo cambiar tus pensamientos y tu relación con el estrés.
Si te pasas el día quejándote de tu jefe, los niños, tu pareja, el tráfico, los políticos y lo mal que te sientes, estás creando un ambiente negativo dentro de ti mismo. Esto provoca que salten las hormonas de estrés: adrenalina y cortisol. Cuando estas hormonas están en un nivel alto por mucho tiempo, afectan a las hormonas de bienestar, que acaban apagándose y entonces se crea un estado de desequilibrio hormonal.
Las hormonas que se liberan a través de señales en el sistema nervioso controlan todo nuestro funcionamiento, absolutamente todo. Si continuamos durante mucho tiempo con un alto nivel de estrés estas pueden ser alguna de las consecuencias: disminuye el flujo de la digestión (sistema digestivo); el sistema endocrino se desestabiliza (hormonas-pituitarias, timo, tiroides, ovarios, testículos); y disminuye el descanso y la sensación de bienestar (dopamina y serotonina). Por otro lado, aumenta nuestro estado de alerta, el corazón late más deprisa (subida de tensión), las respiraciones son cortas y rápidas (hay menos oxígeno y mas CO2). El cuerpo entra en un estado de cansancio crónico, y fatiga.
Lo mismo ocurre con nuestra charla interna de, “nadie me quiere,” “estoy muy solo/a,” “nunca me sentiré bien”, “no puedo superar esto” El estrés crónico perjudica mucho el cuerpo a corto y largo plazo. Algunas herramientas para ayudar disminuir el estrés son:
- Aprender a respirar: El segundo que nos enfocamos en la respiración, volvemos al presente, relajando el cuerpo y la mente
- Actividades físicas: Moviendo el cuerpo se libera la energía acumulada y las endorfinas sueltan toda la negatividad.
- Reír: Está demostrado que las risas cambian drásticamente las hormonas del estrés y liberan las hormonas de bienestar.
- Ajustes quiroprácticos:Los ajustes aseguran que el sistema nervioso esté funcionando a su nivel óptimo y que las hormonas estén bien reguladas.
- Seguir una dieta equilibrada: La comida tiene un gran impacto en la salud así si consumimos alimentos no inflamatorios o estimulantes (café, refrescos, azúcar) ayudamos a disminuir el estrés químico dentro del organismo. Mucha agua y una dieta variada puede ayudar el cuerpo disminuir el estrés en general.
- Escribir o hablar sobre nuestro nivel de estrés: Liberando el estrés de nuestra mente ayuda que no se acumule dentro, escribir o hablar con alguien ayuda a dejarlo fluir.
- Meditar: Muchos estudios muestran los beneficios de hacer meditación para la salud física, mental y química. Silenciando la mente conseguimos reconectar con lo más importante: nosotros mismos.
El estrés emocional es parte de la vida diaria. No podemos escapar de ello, pero si tenemos las herramientas correctas, podemos ayudar a disminuirlo y hacer que trabaje en nuestro favor. Si permanece atrapado adentro puede provocar bloqueos y una gran variedad de dolores y enfermedades. Cuidando tu cuerpo en su totalidad: física, mental/emocional y químicamente, le ayudamos a adaptarse mejor a cualquier situación de la vida.
Y no olvides, esto también pasará….
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Artículo de Brittany King
Referencias:
1.https://articulos.mercola.com/sitios/articulos/archivo/2015/01/10/la-epigenetica-vs-el-determinismo.aspx
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