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Cada persona en algún momento de su vida, tendrá uno o más tipos de dolor de espalda. El dolor de espalda es la causa número uno de baja laboral en España y siendo muy frustrante no poder localizar la causa del dolor. Hay numerosas causas que provocan el dolor de espalda y, a veces, para localizar su origen correcto, se puede provocar más dolor. El dolor es un mensaje que nos indica que algo no está funcionando correctamente en nuestro entorno. Tiene muchas formas y puede “engañarnos” fácilmente pero por suerte, también nos da pistas de cómo trabajarlo.
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Dentro del cuerpo, hay varios tipos de tejidos y/o estructuras. Cada tipo de tejido tiene su propio tipo de dolor. Además, cada parte del cuerpo tiene una distribución sensorial de nervios diferente. Notamos que ciertas áreas son más sensibles que otros por ejemplo la cara es mucho más sensible que el codo. Por eso, fijamos en el tipo de dolor.
Por ejemplo, dolor somático/miogénico (de sistema musculo esquelético) tiene un dolor que mejora con descanso y empeora con actividad, y está provocado por inflamación, mal alineación de la columna, sobrecarga y/o trauma. El dolor visceral no está bien localizado, es sordo y puede referir a otros partes del cuerpo. Y finalmente hay dolor neurogénico que muchas veces se presenta con hormigueos, dolor punzante, fuerte con la sensación de descargas eléctricas.
Por lo mismo, el dolor puede irradiar a varios puntos en el cuerpo. Es decir, que se puede sentir el dolor en la espalda pero el origen del problema está en un órgano determinado o en las cargas emocionales.
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Dependiendo de la causa del dolor, las opciones para tratarlo van variando. Una de las primeras cosas que puedes hacer es prestar atención a tus propios hábitos y posturas. El dolor existe para avisar de que algo no es correcto. Los malos hábitos las malas posturas son los culpables de la mayoría de los dolores de espalda: muchas horas sentadas, trabajando en ordenadores, el uso del móvil, la falta de ejercicio, el aumento de estrés en nuestras vidas, etc. Todo ellos son factores que pueden provocar molestias en el cuello (los cervicales), la espalda media (los dorsales) o la espalda baja (los lumbares, pelvis y sacro). Al perder la postura anatómicamente correcta, provoca cambio en las curvas naturales de la espalda y altera nuestro funcionamiento desde los músculos, la respiración, el equilibrio y el bienestar del cuerpo. Lo mismo al revés, recuperando la postura correcta, aumenta el funcionamiento de todo el cuerpo.
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En el interior de cada célula existe una inteligencia innata que ayuda a mantener nuestro bienestar. Cuando tratamos una parte del cuerpo, repercute en todo lo demás. Todo está conectado. El cuerpo está constantemente adaptando a su entorno y modificando la postura para mantenerse derecho contra gravedad.
El cerebro y el cuerpo están constantemente comunicándose a través de mensajes enviados por el sistema nervioso. Gran parte del sistema nervioso está recubierto y protegido por el cráneo, las vértebras (la espalda) y la pelvis. Por lo tanto, localizar el verdadero origen del dolor es realmente importante para nuestra salud.
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La quiropráctica es una profesión que se dedica a asegurar que el cerebro y el cuerpo pueden comunicarse sin interferencias. Se trabaja el cuerpo desde la alineación correcta de los huesos que deja que permite que los músculos trabajen correctamente y permiten los nervios estén libres de cualquier presión para que pueden comunicarse correctamente. Gracias al cuidado quiropráctico, mucha gente encuentra alivio de los varios tipos de dolor de espalda. Los especialistas son expertos en el funcionamiento del sistema nervioso y ayudan a que el cuerpo esté apto para su mejor rendimiento.
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Si padeces de algún tipo de dolor de espalda, puedes consultar a un quiropráctico para que te ayuda a identificar y mejorar tus molestias de manera natural, segura, eficaz. La quiropráctica, además es apta para todos los edades!
Dra. Brittany King
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