Funcionalidad máximaUna de las virtudes más destacables de la quiropráctica es que no se limita a mejorar un síntoma en concreto, o eliminar una molestia o dolor puntual. Lo que en esencia ofrece la quiropráctica es algo muy superior: es la mejora global de las funciones de la persona en su área física, química o metabólica y emocional. Ayuda a que la persona aprenda más sobre cómo funciona su cuerpo, y cómo mantenerse mejor, vivir con más energía, vitalidad y con muchas ganas de poner la salud en primer lugar, como base para realizar todo que le apetezca en la vida.

Un cuerpo bien ajustado, bien nutrido  y con buenos hábitos, lo tiene más difícil para enfermar, incluso aunque su genética no sea la más idónea.

La quiropráctica trabaja respetando el ciclo natural en el que se alternan actividad y descanso,  ayudando a eliminar el estrés de nuestro sistema nervioso para ganar más vitalidad.

El estrés nos hace sentirnos mal con nosotros mismos, con los demás, y  nos hace enfermar. Además, interfiere en las funciones orgánicas, por ejemplo en la relación del sistema digestivo y endocrino con el cerebro:  puede aumentar las ganas de comer porque bloquea las hormonas que informan a nuestro cerebro de que ya estamos llenos.

Si nuestro sistema nervioso está funcionando bien, nuestra postura será correcta, y nuestras funciones corporales trabajarán sin obstáculos, fluidamente.

Sobre todo es muy importante ser prudentes y si notamos que algo no va bien, no forzar al cuerpo más allá de sus límites, y acudir a un chequeo antes de que el estado se haga crónico y sea más difícil revertirlo. Cuando una persona “se queda clavada”, generalmente ha tenido molestias durante tiempo atrás, años incluso, antes de que su cuerpo responda colapsándose al llevarlo al límite. Otra de las pistas que nos avisa de una disfunción es  el dolor, y es muy significativo observar como cada persona lo sobrelleva y cómo éste  puede ir evolucionando. El dolor ciertamente es un tema muy complejo.

En ocasiones aparece dolor sin patología clara; otras no hay dolor, y sin embargo, hay una dolencia aguda;  otras veces el dolor se presenta cuando el estado de la patología está en una fase muy avanzada y sin síntomas contundentes que nos dieran una pista. Aquí aparecen muchas preguntas. Generalmente asociamos el  dolor a algo negativo que debemos eliminar, aunque sea un buen consejero que nos avise de un posible daño más grave o de una enfermedad. Por otra parte, no entendemos que, cuando ya hemos empezado a poner remedio el dolor no desaparezca. Parece que el proceso de curación, no siempre suprime el dolor en primer lugar.

Aunque parezca contradictorio, el dolor no es siempre lo primero que va a desaparecer, aunque sí se esté avanzando en la recuperación, porque a veces la curación pasa por regular primero otras áreas; el organismo tiene que reconducir otras vías primero para poder recuperarse plenamente y poner freno al dolor que sirve de alerta.

Nos podemos encontrar diversos tipos de dolor y desde la quiropráctica vamos a valorar con todo detalle (si aparece por la noche, con la actividad, en reposo,  su intensidad, su frecuencia, etc), para poder aplicar un ajuste adaptado a la causa original de esa dolencia.

El dolor puede aparecer temporalmente como alerta, para avisar de una incidencia, que, una vez resuelta, da como resultado la desaparición del dolor,  si ya no estamos expuestos al peligro ya no tiene sentido su función. Hay dolor agudo, traumático, o dolor crónico, muchas veces acompañado de dolor emocional también. Por ello es esencial trabajar conjuntamente parte física y parte emocional, una repercute en la otra indiscutiblemente.

 

La quiropráctica actúa sobre el sistema nervioso potenciando su funcionalidad máxima: física, química y mental.

 

Máxima vitalidad

 

Cuando estamos calmados, de buen humor, nuestro cuerpo va a funcionar adecuadamente. Pero si nos sentimos crispados o si sentimos miedo, todo el organismo  va a intentar dar respuesta a esas emociones alterándose, poniéndose en modo protección, bloqueándose y desajustándose. Nuestro sistema nervioso refleja totalmente la manera en que percibimos cualquier emoción. Gracias al ajuste quiropráctico podemos liberar esas emociones para que nuestro sistema nervioso las integre mejor y no disminuya su actividad ni se colapse.

 

 

Tomar medicación de forma crónica y de forma preventiva no siempre es efectivo, en ocasiones no elimina el dolor y además, el medicamento utilizado de forma crónica tiene efectos secundarios; o elimina síntomas que pueden orientar sobre la dolencia de fondo; o reduce el umbral del dolor y baja el listón de aviso; y además se obliga al cuerpo a  interactuar con las propiedades químicas del medicamento. Los analgésicos preventivos en general eliminan o reducen la función protectora primordial del dolor, y además también tienen efectos secundarios. Todo ello puede resultar muy frustrante y la persona entra en un círculo vicioso.

Generalmente respondemos muy bien a la constancia y la repetición, nuestro sistema nervioso es capaz de detectar los cambios introducidos en él, y las repeticiones constantes hacen de grabadora para que pueda integrar esos cambios e iniciar nuevas vías de recuperación.

Con la quiropráctica le podemos dar esa OPORTUNIDAD, no desperdiciemos todo el potencial de que disponemos.

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