Actualmente sabemos que el sis­tema nervioso y el sistema digestivo están íntimamente conectados. Es más, el sistema gas­trointestinal embrionario está desarro­llado como una ramificación del siste­ma nervioso. Si observamos el tracto intestinal de un adulto, vemos que está totalmente abastecido de nervios, a través del sistema nervioso autónomo (que se regula automáticamente). Por otra parte, se ha descubierto que hay hormonas del sistema gastrointestinal que están presentes en el sistema ner­vioso.

sistema nervioso y sistema digestivoHoy día sabemos que muchos trastor­nos digestivos son de carácter psico­somático. El sistema digestivo se ve afectado en gran medida por nues­tras emociones. En realidad esto es visible para cualquier proceso de en­fermedad, sobre cualquier parte del cuerpo: la mente influye sobre el cuer­po, y a la inversa.

No en vano, las úlceras aparecen en épocas de mayor estrés personal. La capa interna de la pared intestinal está protegida por sustancias químicas, pero si esta barrera natural se destruye, el estómago se va a ver afectado.

Un sistema nervioso mal sincronizado es fuente de aparición de desequilibrios o dolencias diversas.

 

Desde el tronco encefálico se envían y reciben las señales que se dirigen a las células, órganos, tejidos y sistemas corporales, y desde donde se controlan muchas funciones vitales. Si las vérte­bras de la columna están desalineadas, este complejo sistema recibe más pre­sión, los órganos dejan de estar bien irrigados y dejan de funcionar correc­tamente.

El origen puede deberse a un estrés físico (accidentes, caídas, lesiones, traumatismos); estrés químico (mala alimentación, desordenes hormonales, trabajo con productos tóxicos, etc); o estrés emocional (pérdidas, maltrato, miedos, irritabilidad, etc). Y no siempre el efecto es inmediato, sino que se pue­de ir acumulando y dar señales al cabo de los años.

Otro aspecto a tener en cuenta para un buen funcionamiento de nues­tro organismo es el movimiento de articulaciones, vísceras y órganos. Es vital que se mantenga su movimien­to natural, en caso contrario no puede realizar bien sus funciones. A veces la falta de movimiento puede ser conse­cuencia de dolencias anteriores, o una cirugía de la zona abdominal, quedan­do fibrosis entre los tejidos que fijan los órganos y limitando su movimiento natural.

En el caso de los problemas digestivos en ocasiones pueden tener su ori­gen en una subluxación cervical. A través de los ajustes quiroprácticos, ejercicios específicos y cuidado pos­tural podemos trabajar con la causa del problema para corregir tanto el pinzamiento, como el buen tránsito digestivo.

Con los ajustes quiroprácticos conseguimos sincronizar de nuevo el sistema nervioso y así reconducir el funcionamiento de nuestros sistemas generales y del digestivo en concreto.

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