Por Álvaro Salvador García
El embarazo es la etapa más importante del desarrollo humano. El cuidado quiropráctico proporciona un desarrollo completo y una salud óptima, tanto para la madre como para el bebé. Durante el embarazo el peso de la madre aumenta, su centro de gravedad cambia, y en consecuencia hay una compensación postural.
El embarazo además, viene acompañado de cambios hormonales y estructurales que pueden provocar subluxaciones a nivel de columna vertebral o pelvis, provocando entre otros problemas dolor lumbar y disminuyendo la calidad de vida de la madre. En definitiva, provocando estrés. Además, durante el embarazo, los sistemas del cuerpo de la madre están funcionando para dos personas, por lo tanto, es importante eliminar ese estrés estructural mediante el ajuste quiropráctico.
Otro efecto de dichas subluxaciones tanto en la columna vertebral como en la pelvis es la constricción intrauterina. Es decir, debido a la mala posición de la pelvis, los ligamentos que unen el útero con la pelvis, que a medida que el bebé se desarrolla aguantan más peso, no están simétricos, de modo que uno de ellos estará más tenso. La constricción intrauterina también puede entenderse como una torsión del propio útero, limitando el espacio necesario para el desarrollo del bebé. Esta limitación de espacio causa subluxaciones en el bebé como tortícolis, o escoliosis, y genera un gran estrés para el desarrollo neuromusculoesquelético afectando cualquiera de sus funciones.
Esta situación hace variar también la postura del bebé, que debe ser anterior y boca abajo. Cuando el bebé se presenta de nalgas suele ser por un desajuste de la pelvis, obligando al bebé a adquirir dicha postura. E incluso, si el bebé se presentase en la posición correcta, probablemente habría desarrollado una inclinación lateral de la cabeza.
Cuando la estructura biomecánica materna se ve comprometida, por regla general se procede a una solución invasiva, ya sea la ingesta de medicamentos o directamente una intervención, que comporta consecuencias negativas tanto para la madre como para el bebé. En el caso de una intervención, (anestesia epidural) aumenta el riesgo de un parto mecánicamente forzoso (ventosas, fórceps, etc) o una cesárea, siendo más estresante, y afectando negativamente a la madre y al bebé.
Sin embargo la quiropráctica mediante ajustes frecuentes, ofrece un tratamiento que no es invasivo, que previene estas subluxaciones maternas ocasionadas por el embarazo y causantes de otros problemas de salud más graves. Es recomendable realizar un ajuste al bebé nada más nacer para corregir las subluxaciones del parto.
Referencias: Jeanne Ohm D.C. Chiropractic Care for an easier pregnancy and safer birth. Icpa4kids. December 2009. Pennsylvania, Philadelphia, US. Published online on: http://icpa4kids.org/Wellness-Articles/chiropractic-care-for-an-easier-pregnancy-and-safer-birth.html Imagen: http://www.marcelobaggio.com.ar/wp-content/gallery/galeria-embarazadas/embarazada.jp